viernes, 27 de junio de 2014

METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER CAPITULOS 13 Y 14


METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER
EN LA CAMIONETA INTIMAMENTE CON RAFAEL.
CAPITULO 13

El concierto había concluido y Jaime había bebido más de la cuenta ya que una vez concluido el evento nos habíamos pasado a un Pub, y ya cerca de las tres de la madrugada nos regresamos hacia las cabañas. 

Nuestros amigos me ayudaron a recostarlo ya que ni siquiera podía mantenerse en pie, y tan pronto lo acomodamos se quedó profundamente dormido.
 
Las otras dos parejas que nos acompañaban me invitaron a un “carrete”(rumba), para continuar la diversión. Pero yo lo desestimé para no volver a toparme con Rafael quien había visto en la entrada de los baños de aquel lugar que habíamos visitado luego del concierto.
Se había dirigido a mi provocativamente, sabiendo que me encontraba en compañía de mi novio, pero eso a él eso parecía no importarle. Su obsesión por mi, parecía estar fuera de todo límite. En ese momento logré escapármele pero me decía que me llamaría más tarde.
El capricho del destino de haberme convertido en una bellísima mujer aunque me producía un deleite indescriptible, también me traía problemas. Pero aun así me agradaba la idea de haber dejado de ser un hombre y sobre todo la imagen de perdedor.

Al rato que mis amigos se habían largado me volví a dar un baño y al salir de este quise probarme una minifalda cortita de mezclilla que traía conmigo en mi mochila de viaje.  Me cambie de ropa interior, esta vez con una pequeñas braguitas negras que prácticamente se me metían en el culo, y que apenas desaparecían bajo la minifalda vaquera. Me veía insultantemente provocativa pensé. Que iba aprovechar cada momento que me estaba regalando esta nueva vida.

Sonó mi celular y al responder reconocí la voz de Rafael, quien me invitaba a salir.
Me decía cosas morbosas que hacían que la piel se me erizara de lo entusiasmado que me ponía.

Quizás era la oportunidad de dar rienda suelta a todas esas fantasías reprimidas con las que había convivido toda mi vida. Y sin pensarlo más de la cuenta salí tembloroso hacia afuera donde el me esperaba en su camioneta fuera del recinto de hospedajes.

En el trayecto hacia ese lugar sentía que las piernas se me doblaban de la emoción que sentía vestido así “tan provocativa” con la ilusión de vivir a concho lo  que venía. Algunos tipos que caminaban por el sector me dijeron más de alguna pesadez, pero lo que más me preocupaba era que alguno de los amigos de Rafael me sorprendiera, eso hacía que la excitación fuera mayor.

Quien se comiera ese culito alcancé a oír que murmuraba algún tipo a lo lejos.

Subí rápidamente a la camioneta de Rafael y le pedí que nos largáramos rápidamente de allí, al cabo de unos minutos nos encontrábamos en un sitio eriazo contemplando la oscuridad del cielo bordado de estrellas.

Llevados por nuestros deseos ardientes nos besamos en el asiento e inconscientemente dejándome llevar por mi instinto femenino le mordía el labio inferior, a él le gustó porque lo sentí gemir roncamente demostrándome el placer que le hacía sentir, comenzó a sobarme mis muslos desnudos con hábiles masajes, mi mano pudo en un momento sentir su pene duro como una piedra pidiendo socorro, me iba a volver loco por la situación que estaba experimentando.

Nuestras respiraciones estaban agitadísimas y no parábamos de besarnos y tocarnos a nuestra entera disposición. entonces me soltó un momento, me quedé de rodillas sobre el asiento del copiloto a su lado, pensé que se iba a quitar por fin los pantalones a sabiendas que le había provocado una magnifica erección y me dispuse a ayudarle, pero no era esa su intención, me tenía justo en frente, cara a cara, me quitó la minifalda que poco y nada me cubría, luego mi calzoncito, y así todo, dejándome totalmente desnuda mientras reclinaba los asientos hacia atrás y me recostó suavemente mi “chuchita” semi depilada quedó frente a él, yo tenía las piernas muy abiertas y él acercó su mano(voy a vivir mi máxima fantasía de hombre en este cuerpo de mujer… pensé), pero el inconscientemente quería hacerme sufrir al prolongar el comienzo de esa fantasía, pasó el dorso de la mano casi sin tocarme, solo rozando, sentía sus dedos levemente rozando sobre mi cortita mata de vellos púbicos, luego su dedo intruso jugó levemente con mi mojado clítoris, gemí de placer como toda una nenita con una tono de voz que me desconocía y luego pasó su índice en mi empapada rajita vaginal, pensaba en mi interior que si no lo introducía rápido tendría que hacerlo yo de lo caliente que me tenía. Pero lo hizo, me metió el dedo índice, y lo movió hábilmente.
 
¿Te gusta?- Me decía

Si me gusta si me gusta le respondía entre ahogados gemidos mientras movía mi pelvis, sentía morirme de placer, el gocé era muy superior al que sentía cuando era macho. Con el dedo pulgar apretó mi clítoris moviéndolo lívidamente y con los restantes los introducía en mi rajita vaginal, no sé si voluntariamente o no, pero me estaba poniendo loco de placer, no podía hacer nada más que mover mis caderas frenéticamente frente a su cara. El estaba de torcido frente a mi sentado lo veía tan sonriente en la penumbra de aquel lugar y yo casi a punto de correrme en su mano. Traté de detenerlo, con una fuerza de voluntad heroica para no acabar todavía, quería prolongar más ese momento nuevo para mí pero ya no aguantaba más de la inmensa calentura que me provocaba, Me enderecé para besarle y le metí mi lengua en su boca, me correspondía plenamente en cada movimiento que le hacía, me lo dejó hacer, me permitió jugar con la suya, eso me excitó más todavía, estaba mojándole hasta la muñeca, lo noté, eso me excitó mas y reaccioné apretando su mano con la mía, yo también me comencé a tocar sobre todo mis tetas que estaban endurecidas por todo lo bien que me hacía sentir, gimiendo ahora más fuerte , Nada dilucidaba de lo que estaba haciendo hasta que me corrí, gritando desmesuradamente mientras no sé que cosas le dije cuando sentía que se abría la llave de mis entrañas de mujer dejando escapar a chorros todo ese placer reprimido, estaba mojadísimo de mis propios jugos vaginales.
 
¿Te corriste Janita?- me dijo. Mientras yo lo miraba en estado de shock y temblando de unos placeres indescriptibles. Pero aun así un tanto avergonzado de lo sucedido.
Siempre has sido así tan calentona y buena para mojarte.

Rafael parecía conocerme más de lo que yo me conocía aun. El sabía llevarme al máximo del placer en el arte del sexo y a mi parecía agradarme en demasía y vaya si que lo disfrutaba a rabiar. Entonces pude comprender porque me había convertido en una mujer infiel.
Y volvió a besarme los labios. Y sentía en mi interior que quería más olvidándome de que Jaime dormía su borrachera mientras yo jugaba a la infidelidad.

Aun queda más mi amor, me toca a mi gozar de ti ahora, Me dijo, mientras se quitaba los pantalones y ropa interior, le ayudé a quitarle su playera y me daba cuenta lo bien que estaba asumiendo mi papel de mujer y él como un buen niño obediente me cooperaba. Terminó quitándose todo, aún mantenía la erección, pero no del todo, Me decía lo mucho que había disfrutado la explosión entre sus dedos, Agaché mi cabeza con la lengua fuera como una perrita y comencé a lamerle la verga. El corrió el asiento ya reclinado hacia atrás para darme más espacio para hundir mi cabeza en su entrepierna. Mientras lo hacía. Intenté reaccionar. ¿Qué mierda estaba haciendo? Soy un hombre me dije a mi mismo esto está mal estoy yendo demasiado lejos ¿Qué pasa si vuelvo a mi estado natural a mi cuerpo de hombre y en mi memoria quedaría registrado estos actos sucios que estoy cometiendo? Me sentía un poco como las mujeres faciles ¿Estaré actuando como gay?. Nunca he tenido nada malo en contra de ellos, pero a mí no me agradaba comportarme como tal. Nunca se me abría ocurrido alguna vez en la vida estar chupando un pene y menos a este pendejo de Rafael que tan mal me caía. Pero en ese momento preso de una increíble e incomprensible calentura todo me daba igual, ahora soy mujer me decía en mi interior y debo disfrutar este momento. Mientras comenzaba a “dirigírmele al país”. Le pasé sin asco mi lengua de abajo hacia arriba por aquel vistoso miembro, lo tenía bastante grande, bueno eso lo sabía yo, que lo conocía desde que nos vestíamos juntos en el vestidor del colegio y se jactaba de lo bien que hacía sentir a las chica que se culeaba de lo bien dotado que era, toda la vida había sido un fanfarrón y no comprendía como a las mujeres les gustaba este tipo de persona, pero con esto que estaba haciendo creo que ahora terminaba de comprenderlo. Yo también había caído en sus seducciones y estaba siendo parte de su harem de conquistas.

Con su pene a mi merced, me pregunté a mi mismo hasta donde llegaría en mi boca, ese enorme trozo de carne, pero me seguí entreteniéndome un momento solo con la punta, y de vez en cuando le daba una pequeña chupadita, me entretenía más en la punta que en el lametazo, hasta que al final comencé a succionarle su cabezota, jugué con mi lengua, sin soltarlo de entre mis labios, Noté revolverse debajo de mi, mientras abría sus piernas producto de los gustitos que de seguro debía sentir con mis labios presionando su “pichula” y obviamente eso le gustaba y me lo decía entre quejidos roncos expresándome su placer, escapándosele un sin número de suspiros , y a mí me volvía loco que todo eso le encantase. Lo disfrutaba de veras, llevó su mano a mi vagina de nuevo, dos dedos, los untó y se los llevó a su boca. Lo distinguía entre la breve oscuridad de la noche en esa cabina de la camioneta impregnada a sexo, Seguí chupando, e intentó a la vez meter un dedo en mi culo, le comenté con la boca llena que por ahí no me gustaba, pero no me hizo caso. Estaba haciendo mucho daño en su intento y se lo hice saber con un gritó fuerte pidiendo que parara y por fin me obedeció y así que seguí a lo mío, bastante más inspirado. Me sentía empapado entre las piernas, le seguí mamando, me estaba cansando me dolían las mandíbulas, pero seguí, la saliva se me escapaba por la comisura de los labios confundidas entre sus líquidos creo que quería venirse porque no me dejó seguir haciéndome a un lado. Veía sus ojos en la penumbra encendidos de placer y supongo que los míos se encontraban de la misma manera. Solo deseaba en ese momento que lo que quisiera fuera metérmela por mi vagina. Se acomodó en el asiento de piloto para pedirme que me subiera sobre sus piernas. Le obedecí como toda una nenita obediente y arqueándole mis piernas pude sentir ese fastuoso ejemplar desde mi punto de vista de mujer situarse en toda esa entrada caliente que ansiaba recibirlo en toda su magnitud. Grité cuando me penetró, lo hice como toda una mujer caliente que quería saciar sus deseos, eso lo recuerdo bien, fue bello maravilloso estaba como lo había soñado. Ser una mujer follada, me mordí los labios con los ojos abiertos, quizás desorbitados de la sensación que estaba sintiendo disfrutando cada milésima de segundo de ese placer que ese algo me regalaba al haberme convertido en mujer, estaba tan extasiada que dejé que me manejara a su antojo, atacaba bombeando mi vagina, Tal vez era incomodo el lugar en que follábamos, Continuaba así de rodillas sobre su asiento clavado en su mástil, el me encumbraba mientras me lamía los pechos que se movían al compas de nuestros movimientos, precisas en la diferencia de alturas aquí en esa pose existía, el espacio reducido del lugar hacía que todo se fuera dando más de prisa.

Continuábamos así, el en medio del asiento y yo encima con su miembro metido entre mis piernas, los dos mirándonos de frente, estábamos algo incómodos Puse cada mano en el respaldo del asiento, y comencé a moverme cada vez más rápido con todo eso dentro, él se dejaba hacer el amor y yo seguí, porque así controlaba toda la operación como toda una nenita experimentada, me estaba poniendo bastante “calentona” y me movía bastante, entonces cuando él se percató me cogió de las tetas y también se movió, me la estaba clavando a fondo, no quedaba nada por meter, yo estaba gozándolo todo, y no dando más tregua nuestros deseos nos entregamos al orgasmo inevitable que nos invadía mutuamente con unos gemidos fuertes mientras nuestros cuerpos no paraban de temblar extenuados por lo brindado terminamos extremadamente sudados. Creo que era casi el alba, así que recuperé toda la ropa y como pude me vestí rápidamente ya sentado en el asiento de copiloto para llevarme de regreso. Le di un beso relámpago antes de dirigirme a la cabaña me sentía feliz por lo gozado pero al ver a Jaime que continuaba dormido sin saber de nada, sentí un complejo de culpa sintiendo que me estaba convirtiendo en una vulgar puta.



METAMORFOSIS DE HOMBRES A MUJER
CAPITULO 14
Noche de año nuevo.

Aquella noche de año nuevo tuve como de costumbre la típica reunión familiar a la cual estaba acostumbrada cuando estaba en mi cuerpo original de hombre. Ese mismo con el cual había venido al mundo hacía 23 años. Ahora deambulando en esta bellísima anatomía femenina la perspectiva de mi vida había cambiado en más de 180 grados. Esta nueva vida que llevaba se ponía complicada pero a la vez  mucho más entretenida. Ni siquiera la visita de mi hermana y mi cuñado junto a mi único sobrino a la casa de mis padres parecían complicar lo que comenzaba a vivir. Para todo mi entorno cercano, esto que me estaba pasando y que solo yo sabía, era de lo más natural. Para todos ellos yo, Alejandro Albanez toda mi vida había sido; Alejandra Albanez, una mujer. Los problemas que provocaban el desequilibrio venían más bien desde afuera del ámbito familiar y esto pude comprobarlo cuando pasada la media noche después de los tradicionales abrazos, posteriores brindis y buenos deseos en que se le daba la bienvenida al nuevo año, recibí la llamada de Rafael invitándome a salir.

Rafael insistía en que nos viéramos esa noche aprovechando la ausencia de Jaime que en esta nueva vida era mi novio, el cual, se encontraba trabajando en los tradicionales turnos de faenas mineras muy lejos de nuestra ciudad. Le insistí que esto no era correcto que lo que había pasado entre nosotros a escondidas de Jaime, no debería haber ocurrido nunca y menos podía volver a repetirse, pero el con esa altanería de siempre me decía cosas morbosas recordándome lo bien que la habíamos pasado unas noches atrás, mientras Jaime dormía su borrachera. En mi nueva faceta femenina, esto me producía una sensación de deseos de seguir experimentándolas. La curiosidad por seguir sintiéndome mujer en todo mi esplendor, me provocaba una excitación incontrolable; por lo que por una razón inexplicable, no podía negarme y esas debilidades propias de mi nueva personalidad, Rafael parecía saberlas y aprovecharlas muy bien.

Con la llegada de algunos familiares esa noche logré escabullirme y salir con la excusa de que me habían invitado unas amigas, para reunirnos en una de sus casas en la cual compartiríamos un rato. Con cierto grado de nerviosismo salí a la calle vestido con aquel trajecito blanco y corto con el que había esperado el nuevo año y al sentir el aire que se colaba por debajo de este, refrescando mis muslos y mi sexo sentí esa sensación de desnudez a lo que en toda mi vida, mi cuerpo de hombre no estaba acostumbrado, pero que ahora me fascinaba. Al principio me oponía a vestir demasiado femenina Pero ahora que ya me había acostumbrado a deambular en este cuerpo de mujer, había decidido que me vestiría como tal y que no dudaría en usar todas esas prendas con las cuales cuando era hombre veía que a las mujeres las hacía lucir esa sensualidad que me hacían despertar los deseos. Esos mismos deseos que ahora yo disfrutaba al verlos despertar en otros hombres. De tan solo imaginar lo que yo les provocaba, sentía unos cosquilleos entre las piernas al ser todo eso nuevo para mí, lo disfrutaba como si fuera un juguete nuevo.

Tomé un taxi con el fin de que ningún vecino curioso me viera subir a la camioneta de Rafael que me esperaba ceca de allí. Cuando al fin nos reunimos el sonrió satisfecho, sabiendo lo poco y nada que le había costado convencerme, me tomo la barbilla e intentó besarme yo me le corrí hacia atrás.

¿Qué te pasa? ¿no te gusto?

 Me preguntó.

¿Qué podía haberle respondido en ese momento? Una verdad que era solo mía.

Una verdad que nadie me creería. Decirle que era un hombre en el cuerpo de una mujer que desde hacía una semana atrás había despertado como tal y que a nadie le extrañaba todo esto que se estaba dando. Todos incluido él y mi supuesto novio, parecían creer que yo toda mi vida había sido una mujer. Hasta las fotografías familiares de mi hogar, de mi Facebook y las de todo los que de una u otra manera se relacionaban conmigo a lo largo de mi supuesta vida lo confirmaban. O sea que aquí, el único loco que no se convencía que era una “apetecible nenita” era yo. Podía mirarme en la penumbra del espejo retrovisor la poco visible figura de mi bello rostro femenino comprobando que cada mueca coqueta que le hacía era mi fiel reflejo plasmado en él y aun así no me convencía del todo.  Aquellos pensamientos fueron interrumpidos al sentir la mano intrusa de Rafael que se deslizaba subiendo por mis muslos. Junte las piernas de prisa atrapando sus dedos entre ellas. Entonces volvió a intentar besarme quise frenarme nuevamente pero una nueva sensación me hizo aceptar sus labios que ya se posaban refregándose con los míos. Cerré los ojos para no verlo y traté de concentrarme. “Ahora soy mujer” me repetí en mi subconsciente y sentía su lengua que buscaba toda efusiva la mía.”Dios mío, me están gustando su besos, ¿Qué es lo que me está sucediendo?” Durante toda mi vida de hombre fueron tan pocas las veces que logré seducir una mujer y a hora era tan fácil de ser seducida como tal. Me sentía vulnerable a los encantos masculinos de este tipo que me envolvía en una magia de placer desmedida sintiendo sus manos que estrujaban mis pechos que se endurecían como pidiendo ser devorados por esa boca que no dejaba de besarme.

Mi amor como me excitas. Es algo que no puedo controlar.

Me dijo

Guardé silencio, solo se me salían unos incontenibles gemidos mientras mi respiración y la de él se aceleraban. Pensé que el pobre, debería tener una erección enorme y el solo imaginarme tal cosa, sentí como que unas gotitas emanaban de mi vagina empapando la tanga amarilla elegida para usar como cábala para la buena suerte, según la tradición, aquella noche de fin de año.

Entonces él puso en marcha la camioneta y nos alejamos del lugar. En el trayecto me hizo saber que iríamos a un lugar más tranquilo De los puros nervios no quise preguntar a donde, pero poco a poco que fuimos avanzando por la ruta que habíamos tomado me di cuenta que nos dirigíamos hacia el sector de los moteles.

Todo esto aumentó mi cuota de nervios, estaba viviendo lo que debía sentir una mujer cuando iba a un sitio sabiendo lo que le esperaba. Esa sensación me excitó aun más y volví a sentir como se me humedecía la concha como si una gotitas de “pis” emanaran de una manera inevitable de ella. De ves en cuando le observaba su rostro iluminado por las luces de los focos de la calle y la de las luces de los otros vehículos que encontrábamos de frente mientras avanzábamos rumbo a nuestro destino. Me volví a pregunta si era correcto enfilar mi vida en estas acciones aprovechándome de este cuerpo que algún conjuro mágico me había ocasionado cambiando el rumbo de mi vida. Pero la verdad era esta. Quería experimentar, quería sentir lo que sentiría una mujer de verdad y si la situación se había dado de esta manera, entonces la disfrutaría como tal e imaginé cuantos transexuales o travestis desearían estar en mi lugar y vivir esta fantasía por muchos soñada. Ya sabía que este cuerpo reaccionaba como hembra, lo había comprobado después de una semana de estar habitando en él. Poco a poco había aprendido a conocerlo. Sentía como que si el (mi cuerpo) me guiara y no yo a él.

Caminaba, hablaba, hasta había menstruado como mujer. Definitivamente era una hembra completa.

Mira, te traje al mismo lugar de siempre.

Me dijo él, mientras entrábamos a una zona de cabañas.

A ti te gusta este motel.

¿Pero de que mierda hablaba? Nunca había estado en ese lugar. Pero al parecer sí. Que difícil era poder entender todo aquello. Había una parte de esta vida que desde una semana hacia atrás, no venía en la memoria de este nuevo cuerpo, la cual era desconocida para mí. Me temblaban las piernas cuando descendí de la camioneta mientras Rafael me tomaba de la mano conduciéndome al sitio elegido.

Traté de que entráramos lo más rápidamente a la habitación alquilada. Una vez allí respiré un poco más tranquilo, ya que los nervios seguían consumiéndome.

Cuando me ofreció el trago de cortesía, lo acepté en forma gustosa y me lo tomé de un suspiro mientras el pedía más licor por el citófono.

Me dirigí al baño y me hice un breve aseo vaginal después de orinar, una vez que salí el hizo lo propio. En ese momento golpearon una ventanilla en donde sin vernos los rostros una persona dejó una botella de pisco y un par de latas de coca cola las cuales preparé muy cargadas al alcohol mientras Rafael volvía del sanitario.

Volví a beber y una vez que prácticamente sequé el vaso sintiendo como el licor me hacía un rápido efecto. Rafael me imitó para luego abrazarme por la cintura atrayéndome hacia él. Podía ver mi bello cuerpo en los espejos esparcidos por las paredes observándome atrapadas en sus enormes brazos. Fue una escena que me excitó. Esa preciosa muñequita en los brazos de aquel hombre reflejada allí era yo.

Me empujó hacia la cama mientras me besaba sintiendo su enorme peso sobre mí. Ahora ya no daría marcha atrás. Esa noche sería suya, volvería a ser su mujer y le disfrutaría a rabiar.

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