METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER
CAPITULO 5
AVERIGUANDO SOBRE MI
CAPITULO 5
AVERIGUANDO SOBRE MI
Conducía el automóvil de mi padre, en compañía de mi hermano, devuelta del taller Me sentía más pequeña, y de hecho lo era , ya que, había tenido que ajustar el asiento del conductor hacia adelante para que ahora mis femeninas piernas alcanzaran los pedales para conducir correctamente Me miraba tras las gafas en el espejo retrovisor y aun no podía creer que esa criatura tras el volante fuera yo. Trataba de dilucidar, mientras conducía, que era lo que había hecho para que me hubiese sucedido lo que ahora estaba viviendo. ¿Cómo de un día para otro; desde una noche hubiese a la mañana siguiente, despertada convertida en una mujer? Y que mujer, si de reojo podía mirar mis ahora contorneadas y exquisitas piernas que se mostraban por mi ajustado pantalón corto vaquero que de verdad eran para infartar a cualquier tipo común y sobre todo calentón, al igual como yo lo era, hacía un día atrás Mi hermano guardaba silencio y eso me daba tiempo de meditar.
La
noche anterior al ritmo de una que otra lata de cerveza y tras una ruptura de
mas de un año de pololeo (noviazgo), con una niña(chica) con la cual nos
llevábamos muy bien, chateaba con una desconocida.
El
tema era que charlábamos sobre si a cada uno de nosotros nos gustaría cambiar
de sexo, Yo le explicaba que no era gay, que era totalmente hétero, pero que
sin embargo, me gustaría estar en el lugar de una mujer y ser una de ellas para
derramar su sensualidad y poder ser yo quien excitara a los hombres de la misma
manera que ellas lo hacían conmigo sobre todo esas tipas buenas mozas, que
pululaban por las calles de mi ciudad. El asunto es que ella también me dijo lo
mismo, que le gustaría tener una experiencia de ese tipo y poder cambiar de
sexo temporalmente y convertirse en un hombre, y así, poder estar en su mente,
saber que piensan de las mujeres, que les excita más y que es lo que sienten al
conseguir un orgasmo.
Era
la primera vez que sabía de una mujer que le interesara un experiencia de ese
tipo y a mí tras aquella desilusión amorosa y mi admiración casi enfermiza por
la belleza femenina y el culto por su vestuario, era una idea que me
apasionaba; quizás de la misma manera que a ella, pero en el polo opuesto.
Al
llegar a la casa dejé el auto en la calle e ingresé a mi habitación decidido a
buscar el famoso diario de mi vida que según Rafael yo tenía. Suponía que si lo
encontraba, podría saber algo mas de mí de esta nueva piel con un pasado
desconocido en el que ahora habitaba Este nuevo cuerpo, esta nueva imagen que
según yo, algo mas allá de lo natural me había cambiado y que a mi círculo
familiar le parecía normal como si así hubiese existido siempre; me tenía aun
desconcertado, no podía creer que me hubiese convertido de la noche a la mañana
en una bella mujer con un pasado escrito, y que en partes yo desconocía.
-Alejandra,
te busca tu amiga-Me dijo mi hermano, en el umbral de la puerta mientras yo
hurgaba en unos cajones en busca del famoso diario.
-
¿Qué amiga?
-Esa que viene siempre, y que tú antes me regañabas porque yo me agachaba a mirarle los calzones (bragas).
.¿Como
se llama?
En
el umbral de mi cuarto apareció la estupenda figura de Marcela, vestía una
minifalda vaquera, un top color rosado y
unas chalas color café de verdad se veía estupenda.
_Ale
¿Qué te pasa, no vas a dejar pasar a tu mejor “amiguis” , a tu paño de lagrimas
a tu confesora, no vez que siempre hemos sido como dice tu mamá como poto
(culo) y calzón.
Ahora
si estaba más desconcertado, Marcela era la mina buenísima de mi curso, Yo
diría que la mas “rica” del colegio, no tengo para que explicarles que durante
los años de liceo no fuimos precisamente amigos, es más, en muy pocas ocasiones
tuvimos algún dialogo, pero tampoco hubo mala onda entre nosotros. Yo era una
tipo que pasaba desapercibido en el colegio, sin embargo ella era una de las
tipas populares del Liceo de esas que nosotros nos dábamos vueltas al verla
deambular con esa faldita colegial a punto de mostrar su ropa interior y a
varios kilómetros mas arriba de la rodilla por decirlo exageradamente. Nosotros
siempre andábamos pendientes de por si por algún movimiento descuidado nos
enseñara por casualidad algo mas que sus divinas piernas y en mas de alguna
ocasión logramos verlos imágenes que guardábamos en nuestra retina , para
nuestras masturbaciones nocturnas.
En
esta nueva vida con un pasado distinto que ahora se me había regalado parecía
ser distinto en mi relación con ella, ya que, en algunas fotos de mi facebook
femenino que había visto en mi Notebook aparecía precisamente ella abrazada a
mi, por lo tanto esta relación de amistad entre ella y yo, de seguro existía.
-Hola.
Pasa - Le dije.
Se
lanzó hacia mi abrazándome efusivamente sobre la cama. En el espejo podía
observarle entre las piernas su ropa interior negra por debajo de la diminuta
faldita vaquera que llevaba puesta. Mi pequeño hermano, testigo de aquella
escena “upskirt” ,abrió los ojos esbozando una sonrisa para luego retirarse del
lugar.
-Marcela
¿Que haces tu aquí?- le dije , ya que no se me ocurría nada mas que decirle. La
situación me tenia atolondrado. No sabía como comportarme con ella.
-Ay
amiga, vine a verte, ¿Acaso no te alegras de que te visite? Quería contarte que
estoy solita- dijo haciendo pucheros como una bebita. y continuó.
-
Terminé con mi pololo, y tengo penita- y se dejó caer de nuevo a la cama
cubriéndose la cara con la almohada y flecando sus piernas, dejando al
descubierto su ropa interior y prácticamente su hermoso culo al aire.
¿Qué
pololo?-Le dije mientras trataba de disimular mi sorpresa de ver una mujer así
de sensual y desinhibida en forma tan natural convencida de quien creía que era
yo, alguien de su exclusiva confianza. Yo no tenía idea que era lo que estaba
pasando, a ella la divisaba de vez en cuando, mas bien la conocía a al
distancia pero de su vida privada no sabía nada.
-Ay
amiga, no te hagas la tonta, hablas como si para mi fueras una perfecta
desconocida, tu sabes tanto de mí; como lo que yo sé de ti.
-
¿Ha sí? ¿Y que sabes tu de mí?- Le pregunté sabiendo que con esto se abría una
ventana para saber quien era yo, en esto que parecía ser en mi, una vida
paralela con otra sexualidad. Una sexualidad que parecía darle un color
excitante a la vida aburrida que llevaba.
Marcela
se sentó nuevamente en la cama y yo me acomodé a su lado mi mirada se iba
directo a sus generosos pechos que se ocultaban bajo su top. Si bien era cierto
que mis ojos se deleitaban con su belleza, pero no me causaba el mas mínimo
grado de excitación. Solo me deleitaba la curiosidad de lo que estaba viviendo
en esos instantes
-
Estudiaste en mi colegio y somos amigas de toda la vida, tuviste uno que otro
pololo y mas de alguna vez nos dimos pases jijiji.- Yo la miré asombrado. Ella
continuó- Quiero decir que algunos pololos míos también lo fueron tuyos, y mas
de alguna vez estuvimos enojadas por eso. Te conté cuando perdí mi virginidad y
tu me confesaste cuando hiciste el amor por primera vez con el pesado de
Rafael. El primero que te llevo a la cama-
-¿Qué
yo te conté? ¿ Queeee´.?. le dije no sé con que expresión, que ella me
contestó.
-Ay
la niñita cínica, que te has creído weoncita ¿Ahora te las quiere dar de casta
y pura? ¿Ya no te acuerdas que Rafael, fue el primer hombre que te llevo a la
cama? Escupiste al cielo amiga y ya vez lo que pasó- me dijo muy seria. Y luego
cuando te dejó de lado yo fui tu paño de lágrimas, hasta que te pusiste a salir
con Jaime que si es un buen tipo. Quizas no tan mino (lindo) como Rafael, pero
por lo menos es más gente (educado). Un hombre que te adora.
Quedé mudo sin saber que decir.
_Oye
amiga- me dijo Marcela- ¿Por qué no dejas de hacer tonteras?-
-¿Qué
tonteras? Esto me está estresando, todo el mundo me dice cosas que yo no
entiendo-
Te juro Marcela que no sé que me está pasando a partir de esta mañana.
Y si te lo digo pensarías que estoy loco… digo loca.
-Deja
de serle infiel a Jaime con ese tal Rafael, no vale la pena.
Caí sentado en la cama otra vez desconcertado, las dudas sobre mí me invadían, que clase de mujer me había tocado encarnar a partir de esta mañana, ¿Sería capaz de arreglar el rumbo de esta nueva vida? No sabía nada de mí, al menos de mis cosas íntimas y tendría que averiguarlo.
Caí sentado en la cama otra vez desconcertado, las dudas sobre mí me invadían, que clase de mujer me había tocado encarnar a partir de esta mañana, ¿Sería capaz de arreglar el rumbo de esta nueva vida? No sabía nada de mí, al menos de mis cosas íntimas y tendría que averiguarlo.
Marcela
abrió el ropero y saco una casaca de invierno y metiendo la mano dentro de un
bolsillo hurgó mas al fondo.
-Yo
sabía de este escondite por algo somos amigas- Me dijo y me pasó el diario de
vida.. La llave la tienes en tu billetera que te regalé al igual que este
diario. Si dices que tienes amnesia, espero que sea temporal, Ahora debo irme-
y se despidió diciendo que vendría a la anoche para que saliésemos.
Abrí
el diario tembloroso y en una página decía “hoy me entregué a Rafael”.
Comencé a leer, al fin sabría detalles más intimos de mi; pero tendría que esperar un tiempo más, debido a que me interrumpió la voz de mi madre que acababa de llegar para pedirme que me encargara de los que haceres que me tocaban esta semana.
METAMORFOSIS DE
HOMBRE A MUJER
Capitulo 6
Leyendo mi Diario de Vida y Masturbándome.
Capitulo 6
Leyendo mi Diario de Vida y Masturbándome.
Aquel primer día después de mí metamorfosis de hombre a mujer transcurrió rápidamente entre las ropas sucias que mi madre como si todo lo que estuviera sucediendo fuera de lo mas natural, me había pedido que me preocupara del lavado semanal mientras que ella se encargaba de la cocina. Comenzaba a sentirme de lo mas femenina haciendo labores que en mi pensamiento machista consideraba que eran tareas de mujeres. Mi fuerza había disminuido y lo sentía al tomar cosas que en mi cuerpo de hombre las levantaba con facilidad, ahora me costaba una enormidad y me quejaba como lo hacia una niña con una naturalidad espontanea, al hacer cada esfuerzo físico en los quehaceres del hogar. Podía ver mis manos mucho mas pequeñas y delicadas con unos dedos delgadísimos, cuyas uñas a medio crecer estaban pintadas de un tono blanco y adornados con uno anillo en cada mano, además llevaba un conjunto de pulseras que me incomodaban en las labores que realizaba.
Cada
vez que sacaba del canasto de la ropa sucia un calzoncito pequeño de mi
propiedad lo examinaba y disimuladamente lo llevaba a mis fosas nasales, y
sentía como emanaba de este, el aroma a hembra. Ese olor, que ahora me
pertenecía, en esta nueva faceta a la cual rápidamente comenzaba a adaptarme.
Al
agacharme a recoger algún objeto podía sentir el peso de mis senos, que al
principio me incomodaban; pero poco a poco me iba acostumbrando a convivir con
ellos, eso me gustaba, ya que, de seguro le daban a mi cuerpo un sincronía
maravillosa con mi crecido trasero que resaltaba al inclinarme. Mi mente volaba
con mis ojos clavados en el agua de la lavadora que giraba al dejar caer la
ropa en ella, e imaginaba la vida que tendría a partir de este día y recordaba
los besos de Rafael que me había dado en la mañana al ir a su taller, y de que
manera había provocado que mi cuerpo reaccionara regalándome sensaciones
deliciosas que como hombre algo parecido había sentido al acariciar o recibir
los besos de una mujer, pero estas eran totalmente distintas, Ahora, el haber
sentido los besos de un hombre en mi cuerpo de mujer, me gustaba mucho más. Si
sólo el recordar todo aquello, me producía unas cosquillas entre mis piernas y
sentía como si unas gotas emanaran de mi vagina humedeciendo mi ropita íntima.
Precisamente vivir esa experiencia tan nueva para mí, era lo que hacía que este
cambio corporal fuera mas divertido; quizás sólo lo era por lo novedoso de
experimentarlo, pero esto me estaba fascinando. Que más podía pedir luego de
ser un hombre desafortunado que a pesar de ser un profesional aunque poco
exitoso, sin suerte en el amor y que pasaba desapercibido por la vida ahora
estaba convertido de la noche a la mañana en una mujer ser linda, profesional,
tomada en cuenta, deseada, viviendo en mi mismo hogar de toda la vida como si
siempre hubiese sido así.
Recordé
el diario de vida que había encontrado, y en que describía mi pasado que
desconocía fui a buscarlo a mi dormitorio y me dirigía al baño con el objeto de
leerlo. Quería saber que cosas había vivido como mujer y que yo desconocía.
Me
bajé los pantalones cortos vaqueros y mi ropa interior que llevaba puestos y me
senté en la taza del baño (inodoro) con el fin de orinar y comencé a leer
rápidamente, deteniéndome en lo que más me llamase la atención.
Mi respiración se agito al leer lo siguiente:
-“Ayer
hice el amor por primera vez”- Había terminado de orinar pero me quedé allí
sentado y continué leyendo.
“Después
de ir a una fiesta que estaba un tanto aburrida Rafael y yo nos dirigimos a su
casa en compañía de unos amigos, nos tomamos unos tragos mientras charlábamos
cosas obscenas que nos hacían reír; no sé si por que las considerábamos
divertidas o porque el alcohol había hecho efecto en nosotros.
El
asunto es que primero se retiró Gabriela en compañía de su pololo(novio), se
despidió de mi diciéndome que me cuidara. Luego uno de los tipos le preguntó a
Rafael algo en el oído y él le respondió que fueran a la pieza del fondo,
entonces tomó a mi amiga Marcela de la mano y desaparecieron del lugar mientras
ella se reía quizás producto de la borrachera a la que ya estaba sometida.
Rafael
y yo quedamos solos en el sillón del salón principal de su casa y comenzamos a
besarnos. Él siempre me ha gustado sé que es un tipo arrogante, pesado, pero
muy lindo y eso me gusta; creo que eso lo he comentado anteriormente en este
diario, nunca hemos sido pololos (novios) oficialmente, mas bien somos “amigos
con cover” (amigos con ventajas).
“Me
fui entregando a sus besos y caricias que tanto me gustan. Habíamos
incursionado en otras ocasiones, sin llegar a concretar nada más allá de besos
tocaciones y caricias. En esta ocasión todo comenzó como siempre. Sus besos me
fueron envolviendo poco apoco y entre susurros y frases dulces creí desfallecer
en sus brazos me tumbó a lo largo del sillón y comenzó a tocarme mis partes mas
intimas, sus manos rodeaban la desnudes de mis senos por debajo de mi top y
sostén (brasier) haciéndome desconcertar y provocándome un nerviosismo que no
podía controlar. Ni cuenta me di, cuando mi parte superior estaba desnuda y su
boca se apoderaba de una de mis tetas haciéndome gemir de un placer que no
podía describir.”
Todo
esto que leía me había provocado una excitación increíble, no podía creer que
esto lo hubiese vivido sin vivirlo, parecía irónico pero lo era, y sentía la
frustración de no haber estado allí en ese momento para haber disfrutado a
concho ese momento tan importante para una mujer y cada frase que iba leyendo
de como Rafael me había tocado, de como me había desnudado; hacía encenderme
más aún y llevé mis dedos a mi sexo femenino sintiendo el calor y su humedad
entre el grosor de los vellos púbicos. El mirar mi mano deslizarse por entre
mis piernas perdiéndose en la cuevita y ver mis calzoncitos que ahora usaba,
situados en mis rodillas dándome una imagen llena de sensualidad, me excitó
mucho más. Si estuviese en mi cuerpo de hombre, de seguro, hubiese tomado mi
pene y sobado para masturbarme. Pero ahora en este magnifico cuerpo de mujer
introducía mi dedo en mi rajita y comenzaba a provocarme los mas deliciosos
auto placeres sexuales que nunca había experimentado en la vida y que daba
gracias por poder vivirlos. A lo lejos creí sentir la música en la habitación
de mi hermano que opacaba mis gemidos de placer con cada cargada de mis dedos
haciendo que el placer sublime me encumbrara en un deleite único y lujurioso
llenándome de una dicha indescriptible. Continuaba leyendo las letras
candorosas que un día supuestamente escribí en aquel diario de vida que había
sido mudo confesor de mi desvirgación cuyas letras continuaban diciendo:
“Nos
fuimos a su dormitorio y en el cuarto contiguo podían oírse los ruidos que
hacían Marcela y su acompañante. Claramente estaban haciendo el amor y eso me
excitó el sólo imaginarme aquella escena que estaba ocurriendo al otro lado del
cuarto. Rafael me fue desnudando entre susurros y tiernas palabras acompañado
de mimos me encontré de pronto totalmente desnuda a merced de su cuerpo que
también se había despojado de sus ropas. Me preguntó si tenía miedo, lo que yo
le respondí que sí, que estaba muy nerviosa. Él me tranquilizó, en forma tierna
y me hizo suya. ¿Si sentí dolor al momento de perder mi virginidad? Creo que
sí, pero todo se diluyó al momento de comenzar a disfrutar aquella primera vez
en que sentí una verga entre mis piernas, recibiendo allí ese placer del que
tanto mis amigas, que ya lo habían hecho, lo platicaban orgullosas de haber
dejado de ser vírgenes.”
Mientras
tanto, no dejaba de acariciar mi sexo, el placer iba en aumento al imaginarme
todo lo que allí estaba escrito las cosas que había vivido este cuerpecito
exquisito y sensual en mi inexplicable ausencia y en el que ahora si habitaba.
Sentía como de mi concha emanaban los jugos vaginales en cada movimiento
sincronizado de mis dedos introducidos entre los labios vaginales haciendo que
mis caderas se movieran en forma inconsciente presas del deleite producido por
mis auto caricias manuales. Podía oler el aire impregnado de ese olor a hembra
que ahora emitía y que salía vaporoso del fragor de la excitación de entre mis
piernas producidas por la comunión de dedos y vagina, mientras en el espejo
veía mi rostro enrojecido y mi mirada desencajada mordiéndome los labios sin
poder contener ese deseo desbordante que me salía de allí abajo. Pensé
nuevamente en aquel beso a la fuerza de Rafael, y apuré el movimiento de mis
dedos guiándome por ese cosquilleo que sentía, logrando una satisfacción que se
venía abordando todo mi ser. Cerré los ojos e imagine una verga entrándome por
mi peluda concha a tiempo que hundía aún más dos de mis dedos empapados de
jugos vaginales, entonces sentí un cosquilleo tan agradable que no quería parar
luego un temblor que sacudió todo mi cuerpo. Con una mano me sostuve en el
espejo mientras que la otra aun se perdía en mi ahora rincón lujurioso y
sollocé de júbilo al sentir un alivio desbordante de satisfacción mientras al
mas leve roce de mis dedos en los labios de mi sexo me producían un gocé mayor,
quería seguir , no quería dejar de disfrutar de aquel placer nuevo para mí,
entonces supe lo que era un orgasmo femenino.
Mi
madre me interrumpió diciéndome que la lavadora se había detenido, y
rápidamente me hice un aseo vaginal para salir a continuar con mis deberes de
la casa, esta experiencia me había gustado, y de seguro me gustaría repetirla
pero con más tranquilidad.