jueves, 9 de enero de 2014

METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER CAPITULOS 5 Y 6

METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER
CAPITULO 5
AVERIGUANDO SOBRE MI

Conducía el automóvil de mi padre, en compañía de mi hermano, devuelta del taller Me sentía más pequeña, y de hecho lo era , ya que, había tenido que ajustar el asiento del conductor hacia adelante para que ahora mis femeninas piernas alcanzaran los pedales para conducir correctamente Me miraba tras las gafas en el espejo retrovisor y aun no podía creer que esa criatura tras el volante fuera yo. Trataba de dilucidar, mientras conducía, que era lo que había hecho para que me hubiese sucedido lo que ahora estaba viviendo. ¿Cómo de un día para otro; desde una noche hubiese a la mañana siguiente, despertada convertida en una mujer? Y que mujer, si de reojo podía mirar mis ahora contorneadas y exquisitas piernas que se mostraban por mi ajustado pantalón corto vaquero que de verdad eran para infartar a cualquier tipo común y sobre todo calentón, al igual como yo lo era, hacía un día atrás Mi hermano guardaba silencio y eso me daba tiempo de meditar.

La noche anterior al ritmo de una que otra lata de cerveza y tras una ruptura de mas de un año de pololeo (noviazgo), con una niña(chica) con la cual nos llevábamos muy bien, chateaba con una desconocida.

El tema era que charlábamos sobre si a cada uno de nosotros nos gustaría cambiar de sexo, Yo le explicaba que no era gay, que era totalmente hétero, pero que sin embargo, me gustaría estar en el lugar de una mujer y ser una de ellas para derramar su sensualidad y poder ser yo quien excitara a los hombres de la misma manera que ellas lo hacían conmigo sobre todo esas tipas buenas mozas, que pululaban por las calles de mi ciudad. El asunto es que ella también me dijo lo mismo, que le gustaría tener una experiencia de ese tipo y poder cambiar de sexo temporalmente y convertirse en un hombre, y así, poder estar en su mente, saber que piensan de las mujeres, que les excita más y que es lo que sienten al conseguir un orgasmo.
Era la primera vez que sabía de una mujer que le interesara un experiencia de ese tipo y a mí tras aquella desilusión amorosa y mi admiración casi enfermiza por la belleza femenina y el culto por su vestuario, era una idea que me apasionaba; quizás de la misma manera que a ella, pero en el polo opuesto.

Al llegar a la casa dejé el auto en la calle e ingresé a mi habitación decidido a buscar el famoso diario de mi vida que según Rafael yo tenía. Suponía que si lo encontraba, podría saber algo mas de mí de esta nueva piel con un pasado desconocido en el que ahora habitaba Este nuevo cuerpo, esta nueva imagen que según yo, algo mas allá de lo natural me había cambiado y que a mi círculo familiar le parecía normal como si así hubiese existido siempre; me tenía aun desconcertado, no podía creer que me hubiese convertido de la noche a la mañana en una bella mujer con un pasado escrito, y que en partes yo desconocía.

-Alejandra, te busca tu amiga-Me dijo mi hermano, en el umbral de la puerta mientras yo hurgaba en unos cajones en busca del famoso diario.

- ¿Qué amiga?

-Esa que viene siempre, y que tú antes me regañabas porque yo me agachaba a mirarle los calzones (bragas).

.¿Como se llama?

En el umbral de mi cuarto apareció la estupenda figura de Marcela, vestía una minifalda vaquera,  un top color rosado y unas chalas color café de verdad se veía estupenda.

_Ale ¿Qué te pasa, no vas a dejar pasar a tu mejor “amiguis” , a tu paño de lagrimas a tu confesora, no vez que siempre hemos sido como dice tu mamá como poto (culo) y calzón.
Ahora si estaba más desconcertado, Marcela era la mina buenísima de mi curso, Yo diría que la mas “rica” del colegio, no tengo para que explicarles que durante los años de liceo no fuimos precisamente amigos, es más, en muy pocas ocasiones tuvimos algún dialogo, pero tampoco hubo mala onda entre nosotros. Yo era una tipo que pasaba desapercibido en el colegio, sin embargo ella era una de las tipas populares del Liceo de esas que nosotros nos dábamos vueltas al verla deambular con esa faldita colegial a punto de mostrar su ropa interior y a varios kilómetros mas arriba de la rodilla por decirlo exageradamente. Nosotros siempre andábamos pendientes de por si por algún movimiento descuidado nos enseñara por casualidad algo mas que sus divinas piernas y en mas de alguna ocasión logramos verlos imágenes que guardábamos en nuestra retina , para nuestras masturbaciones nocturnas.

En esta nueva vida con un pasado distinto que ahora se me había regalado parecía ser distinto en mi relación con ella, ya que, en algunas fotos de mi facebook femenino que había visto en mi Notebook aparecía precisamente ella abrazada a mi, por lo tanto esta relación de amistad entre ella y yo, de seguro existía.

-Hola. Pasa - Le dije.

Se lanzó hacia mi abrazándome efusivamente sobre la cama. En el espejo podía observarle entre las piernas su ropa interior negra por debajo de la diminuta faldita vaquera que llevaba puesta. Mi pequeño hermano, testigo de aquella escena “upskirt” ,abrió los ojos esbozando una sonrisa para luego retirarse del lugar.

-Marcela ¿Que haces tu aquí?- le dije , ya que no se me ocurría nada mas que decirle. La situación me tenia atolondrado. No sabía como comportarme con ella.

-Ay amiga, vine a verte, ¿Acaso no te alegras de que te visite? Quería contarte que estoy solita- dijo haciendo pucheros como una bebita. y continuó.

- Terminé con mi pololo, y tengo penita- y se dejó caer de nuevo a la cama cubriéndose la cara con la almohada y flecando sus piernas, dejando al descubierto su ropa interior y prácticamente su hermoso culo al aire.

¿Qué pololo?-Le dije mientras trataba de disimular mi sorpresa de ver una mujer así de sensual y desinhibida en forma tan natural convencida de quien creía que era yo, alguien de su exclusiva confianza. Yo no tenía idea que era lo que estaba pasando, a ella la divisaba de vez en cuando, mas bien la conocía a al distancia pero de su vida privada no sabía nada.

-Ay amiga, no te hagas la tonta, hablas como si para mi fueras una perfecta desconocida, tu sabes tanto de mí; como lo que yo sé de ti.

- ¿Ha sí? ¿Y que sabes tu de mí?- Le pregunté sabiendo que con esto se abría una ventana para saber quien era yo, en esto que parecía ser en mi, una vida paralela con otra sexualidad. Una sexualidad que parecía darle un color excitante a la vida aburrida que llevaba.
Marcela se sentó nuevamente en la cama y yo me acomodé a su lado mi mirada se iba directo a sus generosos pechos que se ocultaban bajo su top. Si bien era cierto que mis ojos se deleitaban con su belleza, pero no me causaba el mas mínimo grado de excitación. Solo me deleitaba la curiosidad de lo que estaba viviendo en esos instantes

- Estudiaste en mi colegio y somos amigas de toda la vida, tuviste uno que otro pololo y mas de alguna vez nos dimos pases jijiji.- Yo la miré asombrado. Ella continuó- Quiero decir que algunos pololos míos también lo fueron tuyos, y mas de alguna vez estuvimos enojadas por eso. Te conté cuando perdí mi virginidad y tu me confesaste cuando hiciste el amor por primera vez con el pesado de Rafael. El primero que te llevo a la cama-

-¿Qué yo te conté? ¿ Queeee´.?. le dije no sé con que expresión, que ella me contestó.

-Ay la niñita cínica, que te has creído weoncita ¿Ahora te las quiere dar de casta y pura? ¿Ya no te acuerdas que Rafael, fue el primer hombre que te llevo a la cama? Escupiste al cielo amiga y ya vez lo que pasó- me dijo muy seria. Y luego cuando te dejó de lado yo fui tu paño de lágrimas, hasta que te pusiste a salir con Jaime que si es un buen tipo. Quizas no tan mino (lindo) como Rafael, pero por lo menos es más gente (educado). Un hombre que te adora.

Quedé mudo sin saber que decir.

_Oye amiga- me dijo Marcela- ¿Por qué no dejas de hacer tonteras?-

-¿Qué tonteras? Esto me está estresando, todo el mundo me dice cosas que yo no entiendo- 

Te juro Marcela que no sé que me está pasando a partir de esta mañana. Y si te lo digo pensarías que estoy loco… digo loca.

-Deja de serle infiel a Jaime con ese tal Rafael, no vale la pena.
Caí sentado en la cama otra vez desconcertado, las dudas sobre mí me invadían, que clase de mujer me había tocado encarnar a partir de esta mañana, ¿Sería capaz de arreglar el rumbo de esta nueva vida? No sabía nada de mí, al menos de mis cosas íntimas y tendría que averiguarlo.

Marcela abrió el ropero y saco una casaca de invierno y metiendo la mano dentro de un bolsillo hurgó mas al fondo.

-Yo sabía de este escondite por algo somos amigas- Me dijo y me pasó el diario de vida.. La llave la tienes en tu billetera que te regalé al igual que este diario. Si dices que tienes amnesia, espero que sea temporal, Ahora debo irme- y se despidió diciendo que vendría a la anoche para que saliésemos.
Abrí el diario tembloroso y en una página decía “hoy me entregué a Rafael”.
 
Comencé a leer, al fin sabría detalles más intimos de mi; pero tendría que esperar un tiempo más, debido a que me interrumpió la voz de mi madre que acababa de llegar para pedirme que me encargara de los que haceres que me tocaban esta semana.
 



METAMORFOSIS DE HOMBRE A MUJER
Capitulo 6
Leyendo mi Diario de Vida y Masturbándome.

Aquel primer día después de mí metamorfosis de hombre a mujer transcurrió rápidamente entre las ropas sucias que mi madre como si todo lo que estuviera sucediendo fuera de lo mas natural, me había pedido que me preocupara del lavado semanal mientras que ella se encargaba de la cocina. Comenzaba a sentirme de lo mas femenina haciendo labores que en mi pensamiento machista consideraba que eran tareas de mujeres. Mi fuerza había disminuido y lo sentía al tomar cosas que en mi cuerpo de hombre las levantaba con facilidad, ahora me costaba una enormidad y me quejaba como lo hacia una niña con una naturalidad espontanea, al hacer cada esfuerzo físico en los quehaceres del hogar. Podía ver mis manos mucho mas pequeñas y delicadas con unos dedos delgadísimos, cuyas uñas a medio crecer estaban pintadas de un tono blanco y adornados con uno anillo en cada mano, además llevaba un conjunto de pulseras que me incomodaban en las labores que realizaba.

Cada vez que sacaba del canasto de la ropa sucia un calzoncito pequeño de mi propiedad lo examinaba y disimuladamente lo llevaba a mis fosas nasales, y sentía como emanaba de este, el aroma a hembra. Ese olor, que ahora me pertenecía, en esta nueva faceta a la cual rápidamente comenzaba a adaptarme.

Al agacharme a recoger algún objeto podía sentir el peso de mis senos, que al principio me incomodaban; pero poco a poco me iba acostumbrando a convivir con ellos, eso me gustaba, ya que, de seguro le daban a mi cuerpo un sincronía maravillosa con mi crecido trasero que resaltaba al inclinarme. Mi mente volaba con mis ojos clavados en el agua de la lavadora que giraba al dejar caer la ropa en ella, e imaginaba la vida que tendría a partir de este día y recordaba los besos de Rafael que me había dado en la mañana al ir a su taller, y de que manera había provocado que mi cuerpo reaccionara regalándome sensaciones deliciosas que como hombre algo parecido había sentido al acariciar o recibir los besos de una mujer, pero estas eran totalmente distintas, Ahora, el haber sentido los besos de un hombre en mi cuerpo de mujer, me gustaba mucho más. Si sólo el recordar todo aquello, me producía unas cosquillas entre mis piernas y sentía como si unas gotas emanaran de mi vagina humedeciendo mi ropita íntima. Precisamente vivir esa experiencia tan nueva para mí, era lo que hacía que este cambio corporal fuera mas divertido; quizás sólo lo era por lo novedoso de experimentarlo, pero esto me estaba fascinando. Que más podía pedir luego de ser un hombre desafortunado que a pesar de ser un profesional aunque poco exitoso, sin suerte en el amor y que pasaba desapercibido por la vida ahora estaba convertido de la noche a la mañana en una mujer ser linda, profesional, tomada en cuenta, deseada, viviendo en mi mismo hogar de toda la vida como si siempre hubiese sido así.

Recordé el diario de vida que había encontrado, y en que describía mi pasado que desconocía fui a buscarlo a mi dormitorio y me dirigía al baño con el objeto de leerlo. Quería saber que cosas había vivido como mujer y que yo desconocía.

Me bajé los pantalones cortos vaqueros y mi ropa interior que llevaba puestos y me senté en la taza del baño (inodoro) con el fin de orinar y comencé a leer rápidamente, deteniéndome en lo que más me llamase la atención.

Mi respiración se agito al leer lo siguiente:

-“Ayer hice el amor por primera vez”- Había terminado de orinar pero me quedé allí sentado y continué leyendo.

“Después de ir a una fiesta que estaba un tanto aburrida Rafael y yo nos dirigimos a su casa en compañía de unos amigos, nos tomamos unos tragos mientras charlábamos cosas obscenas que nos hacían reír; no sé si por que las considerábamos divertidas o porque el alcohol había hecho efecto en nosotros.

El asunto es que primero se retiró Gabriela en compañía de su pololo(novio), se despidió de mi diciéndome que me cuidara. Luego uno de los tipos le preguntó a Rafael algo en el oído y él le respondió que fueran a la pieza del fondo, entonces tomó a mi amiga Marcela de la mano y desaparecieron del lugar mientras ella se reía quizás producto de la borrachera a la que ya estaba sometida.

Rafael y yo quedamos solos en el sillón del salón principal de su casa y comenzamos a besarnos. Él siempre me ha gustado sé que es un tipo arrogante, pesado, pero muy lindo y eso me gusta; creo que eso lo he comentado anteriormente en este diario, nunca hemos sido pololos (novios) oficialmente, mas bien somos “amigos con cover” (amigos con ventajas).

“Me fui entregando a sus besos y caricias que tanto me gustan. Habíamos incursionado en otras ocasiones, sin llegar a concretar nada más allá de besos tocaciones y caricias. En esta ocasión todo comenzó como siempre. Sus besos me fueron envolviendo poco apoco y entre susurros y frases dulces creí desfallecer en sus brazos me tumbó a lo largo del sillón y comenzó a tocarme mis partes mas intimas, sus manos rodeaban la desnudes de mis senos por debajo de mi top y sostén (brasier) haciéndome desconcertar y provocándome un nerviosismo que no podía controlar. Ni cuenta me di, cuando mi parte superior estaba desnuda y su boca se apoderaba de una de mis tetas haciéndome gemir de un placer que no podía describir.”

Todo esto que leía me había provocado una excitación increíble, no podía creer que esto lo hubiese vivido sin vivirlo, parecía irónico pero lo era, y sentía la frustración de no haber estado allí en ese momento para haber disfrutado a concho ese momento tan importante para una mujer y cada frase que iba leyendo de como Rafael me había tocado, de como me había desnudado; hacía encenderme más aún y llevé mis dedos a mi sexo femenino sintiendo el calor y su humedad entre el grosor de los vellos púbicos. El mirar mi mano deslizarse por entre mis piernas perdiéndose en la cuevita y ver mis calzoncitos que ahora usaba, situados en mis rodillas dándome una imagen llena de sensualidad, me excitó mucho más. Si estuviese en mi cuerpo de hombre, de seguro, hubiese tomado mi pene y sobado para masturbarme. Pero ahora en este magnifico cuerpo de mujer introducía mi dedo en mi rajita y comenzaba a provocarme los mas deliciosos auto placeres sexuales que nunca había experimentado en la vida y que daba gracias por poder vivirlos. A lo lejos creí sentir la música en la habitación de mi hermano que opacaba mis gemidos de placer con cada cargada de mis dedos haciendo que el placer sublime me encumbrara en un deleite único y lujurioso llenándome de una dicha indescriptible. Continuaba leyendo las letras candorosas que un día supuestamente escribí en aquel diario de vida que había sido mudo confesor de mi desvirgación cuyas letras continuaban diciendo:

“Nos fuimos a su dormitorio y en el cuarto contiguo podían oírse los ruidos que hacían Marcela y su acompañante. Claramente estaban haciendo el amor y eso me excitó el sólo imaginarme aquella escena que estaba ocurriendo al otro lado del cuarto. Rafael me fue desnudando entre susurros y tiernas palabras acompañado de mimos me encontré de pronto totalmente desnuda a merced de su cuerpo que también se había despojado de sus ropas. Me preguntó si tenía miedo, lo que yo le respondí que sí, que estaba muy nerviosa. Él me tranquilizó, en forma tierna y me hizo suya. ¿Si sentí dolor al momento de perder mi virginidad? Creo que sí, pero todo se diluyó al momento de comenzar a disfrutar aquella primera vez en que sentí una verga entre mis piernas, recibiendo allí ese placer del que tanto mis amigas, que ya lo habían hecho, lo platicaban orgullosas de haber dejado de ser vírgenes.”

Mientras tanto, no dejaba de acariciar mi sexo, el placer iba en aumento al imaginarme todo lo que allí estaba escrito las cosas que había vivido este cuerpecito exquisito y sensual en mi inexplicable ausencia y en el que ahora si habitaba. Sentía como de mi concha emanaban los jugos vaginales en cada movimiento sincronizado de mis dedos introducidos entre los labios vaginales haciendo que mis caderas se movieran en forma inconsciente presas del deleite producido por mis auto caricias manuales. Podía oler el aire impregnado de ese olor a hembra que ahora emitía y que salía vaporoso del fragor de la excitación de entre mis piernas producidas por la comunión de dedos y vagina, mientras en el espejo veía mi rostro enrojecido y mi mirada desencajada mordiéndome los labios sin poder contener ese deseo desbordante que me salía de allí abajo. Pensé nuevamente en aquel beso a la fuerza de Rafael, y apuré el movimiento de mis dedos guiándome por ese cosquilleo que sentía, logrando una satisfacción que se venía abordando todo mi ser. Cerré los ojos e imagine una verga entrándome por mi peluda concha a tiempo que hundía aún más dos de mis dedos empapados de jugos vaginales, entonces sentí un cosquilleo tan agradable que no quería parar luego un temblor que sacudió todo mi cuerpo. Con una mano me sostuve en el espejo mientras que la otra aun se perdía en mi ahora rincón lujurioso y sollocé de júbilo al sentir un alivio desbordante de satisfacción mientras al mas leve roce de mis dedos en los labios de mi sexo me producían un gocé mayor, quería seguir , no quería dejar de disfrutar de aquel placer nuevo para mí, entonces supe lo que era un orgasmo femenino.

Mi madre me interrumpió diciéndome que la lavadora se había detenido, y rápidamente me hice un aseo vaginal para salir a continuar con mis deberes de la casa, esta experiencia me había gustado, y de seguro me gustaría repetirla pero con más tranquilidad.